A 40 años del Viernes Negro, Pedro Palma, Leonardo Vera y Ángel Alvarado conversaron sobre los hechos, causas y consecuencias de uno de los momentos económicos más relevantes en la historia venezolana. Bajo la moderación del economista José Guerra se logró la convocatoria del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF) este viernes 17 de febrero de 2023.
Sobre los hechos, Pedro Palma indicó que para el año 1974 hubo un aumento de los precios e ingresos petroleros, los cuales se estabilizaron y estancaron en 19’78 por una situación de restricción de demanda de los países consumidores ”Empezaron a bajar los precios y eso significó una caída de las exportaciones, pero las importaciones siguieron creciendo lo que implicó un desequilibrio externo y de las finanzas públicas”
Expresó que tras dos décadas de tipo de cambio fijo, se pierde el equilibrio y el aparato productivo se ve estancado. Con el ex presidente Luis Herrera el tipo de cambio no podía mantenerse y anticipaba una devaluación.
Con la segunda crisis energética, la caída del Sha de Irán, se paralizan las exportaciones petroleras, se afianzó la estrechez de oferta y se disparan nuevamente los precios del petróleo.
Al estallar la guerra Irán-Irak en 1980, el saldo de la cuenta corriente venezolana tenía un déficit de US $5.735 millones en 1978.
La elevación de las tasas de interés en E.E.U.U en 1980 atrajo capitales del mundo entero y por tanto, transferencias masivas al mercado del dólar. Como otros, el BCV implementó políticas monetarias restrictivas para evitar fuga de capitales. Así, una nueva administración del BCV decide bajar las tasas de interés locales para estimular deliberadamente las salidas del capital y meses después es revertida esta situación. A finales del año 19’81 con una entrada neta de capitales, las tasas de E.E.U.U se reducen, las de interés locales vuelven a ser competitivas y no existe expectativas de devaluación del bolívar.
Para el año 1982, Palma argumentó que con la crisis de México retornan las salidas de capital “se ve una sobrevaluación del bolívar, aumentan las importaciones, reducción acelerada de las reservas internacionales y crece el déficit de la cuenta corriente de la balanza de pagos”.
De esta forma, en 1983 la situación se vuelve insostenible cuando el 18 de febrero de ese año finaliza un período de estabilidad cambiaría. Las reservas cayeron un 10% y se estableció un control de cambio con dos tipos de cambios diferenciales. Se mantuvo la tasa de Bs/ US$ 4,30 para importaciones esenciales, pago de la deuda externa pública y privada, y tipo de cambio de Bs/US$ 6 para importaciones no esenciales.
Por su parte, Leonardo Vera recordó la abrupta devaluación del bolívar respecto al dólar (40%) y el impacto psicológico en la colectividad venezolana en 1983. El endeudamiento masivo con un sector externo vulnerable con un tipo de cambio que se sobrevalua, condujo a una crisis de balanza de pago entre 1979 y 1983, lo que volvió a suceder de nuevo entre 2013 y 2017. Detalló que en el año 1982, América Latina como un todo estaba utilizando más del 40% de sus ingresos por exportaciones al servicio de la deuda. Fueron descomunales la crisis externas de Venezuela, que fue fueron precedidas por importantes sobrevaluaciones de la moneda.
Vera también recalcó el segundo período de sobre endeudamiento público externo desde el 2009 el cual se vive hoy día y cuya deuda externa alcanza los US$ 120 mil millones sin incluir la deuda comercial, proveedores de PDVSA ni otras obligaciones externas.
Como dato importante, el economista Vera reveló que desde el año 2011 la carga del servicio de la deuda pública externa comenzó a elevarse. En los últimos años el servicio de la deuda representaba más del 40% de las exportaciones totales.
En el contexto latinoamericano, Ángel Alvarado brindó una perspectiva más amplia, relatando los patrones vistos en el caso venezolano y que a su vez se vivieron en otros países del continente; para Alvarado el viernes negro debe enmarcarse en la crisis de la deuda de los años 80 que cambió el modelo económico de América Latina. Todos los países se encontraron en una situación de cesación de pago y reprogramación de la deuda, excepto Colombia. La crisis de la deuda “colapsa la confianza en el modelo de sustitución de importaciones, que había creado un sector exportador pequeño y poco dinámico, con un sector privado y público muy endeudado en moneda extranjera incapaz de hacer frente a la crisis de balanza de pagos”
A modo de comparación, el economista presentó las economías de Corea del Sur frente a la Argentina y la venezolana, siendo que el primero no resultó afectado por la crisis de la deuda aun cuando poseía un PIB mucho menor. Con exportaciones diversificadas, menos dependiente de las materias primas, hicieron que Corea del Sur no sufriera por el incremento de las tasas de interés en Estados Unidos que fue desencadenante de la crisis de la deuda.
Después de esta crisis, América Latina vio la necesidad de dirigir sus esfuerzos en diversificar sus exportaciones. Con los años la mayoría de los países de la región aprendió la lección, había que diversificar sus economías y controlar los déficits fiscales para tener economías más estables y la inflación bajo control.