Por José Guerra
Actualmente en Venezuela no hay diésel porque el chavismo acabó con las refinerías. Así de simple. De una capacidad para procesar 1.300.000 barriles diarios de petróleo para generar gasolina, diésel, grasas, lubricantes y otros productos en sus cuatro grandes refinerías, hoy apenas se producen unos 70.000 barriles diarios, totalmente insuficientes para cubrir la demanda. De esos 70.000 barriles diarios, unos 35.000 barriles corresponden a diésel que, frente a un consumo interno mermado por la paralización de la economía estimado en febrero en 50.000 barriles, implica que hay que importar unos 15.000 barriles por día. Esas importaciones se estuvieron haciendo mediante un intercambio leonino para los intereses de Venezuela con Repsol, ENI y Reliance a razón de un barril de diésel por tres barriles de petróleo crudo.
A partir de noviembre ese intercambio fue suspendido debido a que la Administración de Donald Trump lo impidió mediante sanciones, argumentado que parte de ese diésel, terminaba en manos del gobierno de Cuba. Como consecuencia de toda esa situación, los inventarios de diésel comenzaron a disminuir y se empezó a observar racionamiento de ese combustible, lo que ha afectado al transporte que representa el 57% del consumo total y al sector eléctrico con un consumo de 28% de total. El nivel de inventarios está en el mínimo, pudiendo alcanzar a menos de 30.000 barriles diarios. La situación es realmente crítica, al punto que los gremios del transporte han realizado protestas exigiendo diésel para poder trabajar y los productores agrícolas y pecuarios han alertado acerca de la pérdida de las cosechas y los rebaños. Una parte del sector privado ha manifestado su intención de importar el combustible desde Colombia porque de otra manera se verían precisados a detener la producción de alientos, ante la dificultad de poder distribuirlos.
Al no poderse realizar el intercambio de crudos por diésel, ello ha significado que PDVSA haya ganado saldos de barriles que puede exportar y obtener caja en dólares. Es decir, que la sanción lejos de perjudicar a Maduro, lo ha beneficiado a costa del sufrimiento de los venezolanos. Hay situaciones en las cuales el cálculo político de corto plazo es mal consejero y por esa razón hay que buscar una solución a este gravísimo problema. La solución de fondo consiste en poner a funcionar adecuadamente el parque refinador de Venezuela, pero ello no es posible a corto plazo y en consecuencia lo procedente es hacer algo similar a los que se acaba de ejecutar con el acuerdo para financiar la adquisición de vacunas contra la Covid19. Eso es lo responsable. En lo inmediato lo aconsejable es permitir el intercambio de crudo por diésel en mejores condiciones para Venezuela y que no se transfiera a Cuba barriles de ese combustible y además que sea un organismo internacional con credibilidad quien supervise la distribución del producto para evitar desvíos y el mercado negro.